11 octubre 2007

Gracias Maestro

Cuando me enteré de que este año el Oscar honorífico se lo otorgaban a Ennio Morricone por toda su carrera, un escalofrío recorrió mi cuerpo de los pies a la cabeza, mi respiración se tornó entrecortada y no pude evitar que se los pelos se me pusieran como escarpias afiladas. Lo primero que hice cuando llegué a casa, fue poner una de sus bandas sonoras, no importaba cual. Subí el volumen, encendí un cigarrillo y me abandoné y dejé llevar a ese mundo crudo y tosco que siempre envolvió tus sobresalientes partituras. Me entraron unas ganas terribles de coger mi móvil y empezar a llamar a todos esos ingenuos que dicen amar el cine pero no soportan el western y las películas “de vaqueros” no van con ellos. La verdad sea dicha, ya me cobré mi venganza cuando para sorpresa de propios, seudo progres y asiduos a los cines albatros, la Filmoteca de Valencia presentaba un ciclo del siempre infravalorado Sergio Leone y el spaghetti western.

Se hace justicia y los cafres de Hollywood han tenido que rendirse a la evidencia. Un reconocimiento tardío que sabe a rancio, muy amargo echando un vistazo a tu vertiginosa e impoluta hoja de servicios. Miembros de la academia que nunca tuvieron vergüenza, la perdieron en sendas ocasiones cuando te negaron la estatuilla por Cinema paradiso y La misión, de juzgado de guardia. No deja de resultar grotesco que el santurrón de John Williams esté en posesión de 5 estatuillas a la mejor banda sonora (ET entre otras) pero se me olvida que Williams es un buen americano, amigo de Spilberg y no un militante del partido comunista italiano como lo eres tú, maestro. Porque no creas bandas sonoras de melosas y edulcorantes películas para toda la familia con simpáticos bichitos venidos de otro mundo que hacen volar a los niños sobre sus bicicletas; tú compones para películas incómodas, difíciles, esas películas que nos recuerdan la barbarie imperialista: La batalla de Argel, o lo duro y cruel de la realidad proletaria en La clase obrera va al paraíso, ese tipo de films en los que te sientes un gusano mientras comes palomitas. Compartías pupitre en la escuela con ese otro genio llamado Sergio Leone, una amistad que se fraguó de niños y perduró con el paso del tiempo; juntos revolucionasteis el mundo del western, un western que no se rodó en las praderas de Arizona o Texas sino en el desierto de Almería.

Gracias maestro por tu valentía, por hacer poner el grito en el cielo a los puristas que no concebían un bajo eléctrico o una batería compartiendo platea con una orquesta sinfónica. Gracias maestro porque me hubiera gustado ser agente federal en Los intocables de Eliott Ness, gangster judío en Érase una vez en América, dinamitero del IRA en Agáchate maldito, misionero jesuita en La misión, campesino comunista en Novecento y forajido y caza-recompensas en El bueno, el feo y el malo. He de confesar que cuando alguna vez dejo crecer mi barba muchos días, no es falta de higiene o pereza, es el patético intento de encontrarme cierto parecido con Eastwood en dicha película, algo de lo que tú eres el principal culpable. Gracias maestro por tus casi 500 partituras y bandas sonoras, dato que te convierte en el compositor más prolífico y longevo de toda la historia. Gracias por las lágrimas de Cinema paradiso, por hacerme soñar, por convencerme de que siempre hay unas notas dibujadas en un pentagrama apropiadas para cualquier estado de ánimo o momento del día pero sobre todo gracias por tu independencia, por tu insolencia descarada maquillada de un erudito y culto gusto por lo exquisito y refinado, por tu corte de manga a todo lo establecido o políticamente correcto del siempre bien pensante y adoctrinado Star System. Miembro de honor y por méritos propios de la leyenda negra de Hollywood, esa leyenda que reconoce el sobresaliente talento casi a título póstumo mediante los vergonzosos Oscars honoríficos por toda una carrera, premios destinados a esos artistas en el ocaso de su trayectoria y que nunca recibieron estatuilla alguna pese a estar nominados en distintas ocasiones. Oscars destinados a los rebeldes, a los no alineados, a visionarios como fueron Chaplin, Búster Keaton, Alfred Hitchcock, Cary Grant… a Kubrick no le dieron ni el honorífico pese a conseguir 13 nominaciones.

Te contaré un secreto, cuando conozco una chica y empiezo a salir con ella, le grabo un cd recopilatorio con tus mejores obras para comprobar si está dotada de la suficiente sensibilidad. Si me dice que es aburrido o el no menos recurrente le falta ritmo es que estamos condenados al más estrepitoso de los fracasos y efectivamente, un par de meses después, ella es la que me abandona alegando que soy aburrido o me falta ritmo. Gracias maestro.

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